El Nacional – Caracas, 13 de Noviembre del 2023. Mango Landing se encuentra en plena selva del Esequibo, lejos de la acalorada pugna entre Venezuela y Guyana por ese territorio. En este pueblo aislado, donde todo es caro y el principal sustento, la minería, está menguando, la mayor preocupación es sobrevivir.
Guyaneses, venezolanos, brasileños e indígenas viven en este poblado de unas 100 personas, también bautizada Mangolandia. «Convivimos todos bien, sin problema», dice a la AFP Doriely García, cocinera venezolana de 30 años de edad cuya pareja es un guyanés de origen indígena.
Venezuela reclama desde hace más de un siglo soberanía sobre este territorio de 160.000 km2. Pero su reclamo se intensificó tras el descubrimiento de vastas reservas de petróleo en esta región en 2015, al punto que en los últimos días despertó temores de un posible conflicto.
«Los políticos hacen lo suyo y nosotros pagamos los platos rotos», afirma Robinson Flores, venezolano de 52 años que vive desde hace ocho en Mangolandia, a pasos de Venezuela y frente a las aguas fangosas del río fronterizo Wenamu. Para llegar desde Georgetown, la capital guyanesa, se necesitan varios días en barco.
«Sobrevivimos con lo que tenemos»
El pueblo está controlado por una comisaría de la policía guyanesa que fue reforzada hace semanas con soldados.
Algunas partes de Mangolandia dan la impresión de un pueblo fantasma. Muchas casas de madera están abandonadas, con los tejados rotos, y una exuberante vegetación se apodera de ellas.
«Aquí sobrevivimos con lo que tenemos», resume Flores, que tiene en la pantorrilla izquierda un corte de machete cubierto con una venda hecha con «vinagre, crema antihongos, papel» y cinta adhesiva.
En este lejano oeste de Guyana, como en Estados Unidos en tiempos lejanos, la fiebre del oro ha desplazado poblaciones. Los mineros no lo ven rentable al sopesar el elevado costo de vida con lo que se extrae. Y muchos se dan por vencidos.
En pocos años, Mango Landing pasó de 400 o 500 habitantes a un centenar, la mayoría de ellos venezolanos.
La escasez de oro es la principal causa del éxodo, y la «crisis de Venezuela fue transportada hasta aquí. Los precios se dispararon», apunta Flores. «Todo lo que llega aquí, llega por Venezuela: alimentos, gasolina, medicinas, ropa».