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Guillermo Tell Aveledo: Sigue siendo posible que González Urrutia se juramente en enero

El Cooperante – Caracas, 21 de Agosto del 2024. Los días pasan y la pugna política tras las elecciones del 28 de julio parece que pica y se extiende. En manos de la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia está el «peritaje» de los resultados tras el contencioso electoral que introdujo Nicolás Maduro, mientras la oposición agrupada en la MUD insiste en que su candidato, Edmundo González Urrutia obtuvo el 70 % de los votos y es el presidente electo de Venezuela. Para el politólogo Guillermo Tell Aveledo, de aquí al 10 de enero, es posible que González Urrutia pueda juramentarse como presidente de la República.

El profesor Aveledo es politólogo (2002) y Doctor en Ciencias Políticas (2011) de la Universidad Central de Venezuela. Miembro del Departamento de Estudios Políticos en la UNIMET desde 2006. Ha colaborado con proyectos académicos en América Latina y Europa, y ha estado vinculado como independiente a la Plataforma Unitaria.

En entrevista concedida a este portal expresó que para que González Urrutia pueda ser finalmente juramentado, el Gobierno de Nicolás Maduro debe «acceder a los resultados, reconocer los hechos de la elección hasta hoy verificables. Es verdad que la respuesta desplegada dificulta, para quienes han de tomarla, ese reconocimiento; pero recordemos que el propio Hugo Chávez ordenó el repliegue tras una expresión política tan categórica como un alzamiento militar».

Asimismo, sostuvo que la expresión de reclamo de la sociedad venezolana durante los meses venideros, podría crecer cuantitativa y cualitativamente, lo que generaría que el mantenimiento del statu quo sea muy difícil, «incluso para sectores materialmente interesados en la estabilidad. Ideas como la de un frente social a favor de la democracia que trascienda lo ideológico electoral, como ha planteado Enrique Márquez, cobrarán mayor vigencia», vaticinó.

Aveledo también dijo que el manejo que se le ha dado a la presión interna ha sido prudente, delicado y acertado y remarcó «algunas voces vaticinaban una escalada de participación violenta, y ha sido todo lo contrario: se trata de reuniones pacíficas, muy sobrias, dentro de Venezuela, que han culminado con intervenciones de María Corina Machado en un tono firme pero sin estridencia, enfrentando grandes riesgos».

Han estado además acompañadas, siguió, más recientemente por la expresión multifacética de venezolanos en muchos lugares del planeta. Puede discutirse si eso es «caliente», o si conduce a concretar el cambio, pero lo cierto es que el tema en sí mismo sigue abierto mientras exista tal distancia entre los anuncios oficiales y la percepción social. Muchos creían que la sociedad estaba despolitizada irremediablemente, y el 28 de julio demostró que no era así.

A su juicio, González Urrutia ha dado la cara, con todas las precauciones del caso a los venezolanos tras lo que pasó el 28 de julio, pese a que se han lanzado en su contra una serie de medidas coercitivas que, dados los hechos, son creíbles.

«El embajador González Urrutia no es solo él mismo, sino que es el beneficiario de la manifestación electoral verificable de millones de conciudadanos, y como tal ha de cuidarse. Se dirige casi diariamente a todos los venezolanos, reiterando su mensaje de cambio en paz, denunciando la represión, y abordando consistentemente cómo la dilación en el cambio político empeorará la vida real de los venezolanos. Creo que los ciudadanos que expresaron su confianza en ese mensaje pueden estar satisfechos con su conducta».

Han pasado más de 20 días desde las elecciones. ¿Estamos en pleno proceso de transición como alega María Corina Machado?

«Proceso» es la palabra clave aquí. El país no será el mismo del 27 de julio; ya no se trata de encuestas, intuiciones o suposiciones teóricas: Hay un hecho demostrable que es un mayoritario rechazo a una forma de hacer política, una política de imposición y no de consensos, una política de rechazo del Estado hacia la sociedad.

Casi siete de cada diez votantes que se expresaron (y pensemos que han podido ser más, por la diáspora y la migración interna, considerables), decidieron hacerlo por un cambio. Por otro lado, tenemos a un Estado que ha decidido afianzarse en sus modos, cerrando aún más las avenidas de expresión de esa sociedad. No somos los mismos del 27 de julio. Las circunstancias dirán si esto es una transición a un aumento del autoritarismo o si, como se expresó la mayoría verificable de la ciudadanía, hacia la apertura política. ¿Cómo pueden incidir los actores en esas circunstancias? Esto es lo clave.

Los venezolanos han vivido múltiples crisis, y hemos pasado de una a otra sin pausa. ¿Cómo vislumbra usted que este capítulo se resuelva cuando ambas partes reclaman el famoso todo o nada?

Decir «todo o nada» en este contexto, especialmente hacia los «ambas partes», es equívoco. No es cierto que se reclama, desde la sociedad, que se le dé todo. Se reclama que se le dé lo que ganó en las urnas, es decir, el poder Ejecutivo, y que se inicie el proceso e transmisión de mando y de enlace entre una administración a la otra con los lapsos debidos como indica el principio constitucional de la alternancia, para que sea proclamado y juramentado quien fue favorecido ante todas las evidencias contrastables por la voluntad de los electores: Edmundo González Urrutia. No más que eso.

Eso no es «suma cero». No se trata de ocupar todo el Estado. El PSUV tiene, además del período actual del presidente de la República, el Poder Judicial, el Poder Legislativo, el Poder Electoral y el Poder Ciudadano. El embajador González Urrutia, María Corina Machado y todo el liderazgo opositor, han sido muy categóricos en decir que al acceder al Ejecutivo como mandatarios del electorado, no procederán con discriminación ni persecución.

«Suma cero», por otra parte, ha sido la actitud hoy del Estado: la represión a la respuesta de la sociedad a los anuncios del CNE, especialmente dura contra sectores populares, así como contra testigos y dirigentes. Esto, sumado a la nueva red de leyes contrarias a las libertades sociales, como la ley contra las organizaciones civiles, medidas contra las redes sociales, y la ampliamente discrecional ley antifascista.

María Corina apalancada en el triunfo que tuvo en la Primaria, ha dicho que no dejará las calles, mientras el Gobierno afirma que ella es la responsable de al menos 25 muertos en las protestas tras el 28J. ¿Cómo evalúa el manejo de la calle de MCM?

Ha sido un manejo prudente, delicado. Algunas voces vaticinaban una escalada de participación violenta, y ha sido todo lo contrario: se trata de reuniones pacíficas, muy sobrias, dentro de Venezuela, que han culminado con intervenciones de María Corina Machado en un tono firme pero sin estridencia, enfrentando grandes riesgos.

Han estado además acompañadas más recientemente por la expresión multifacética de venezolanos en muchos lugares del planeta. Puede discutirse si eso es «caliente», o si conduce a concretar el cambio, pero lo cierto es que el tema en sí mismo sigue abierto mientras exista tal distancia entre los anuncios oficiales y la percepción social. Muchos creían que la sociedad estaba despolitizada irremediablemente, y el 28 de julio demostró que no era así.

Dice Machado que la calle debe administrarse con prudencia. ¿Usted ve un enfriamiento próximo de la efervescencia inicial?

Hay una asimetría de recursos, y a la vez un intento de provocación desde las autoridades, hacia acciones menos cuidadosas, que María Corina Machado en coordinación y coherencia con el resto del liderazgo político ha evitado. Ciertamente, entre el miedo y la represión se busca que eso se apague, pero como señalé antes, no tengo evidencias que haya una necesaria correlación entre el «calor de la calle» y la voluntad de cambio de la población. A diferencia de otros momentos, la expresión de la sociedad ha sido muy categórica, en todas las regiones y sectores sociales.

Machado también asegura que en enero se juramenta Edmundo González. ¿Lo ve posible con la foto de hoy?

Sigue siendo posible. Basta con una decisión clave desde el poder político existente: acceder a los resultados, reconocer los hechos de la elección hasta hoy verificables. Es verdad que la respuesta desplegada dificulta, para quienes han de tomarla, ese reconocimiento; pero recordemos que el propio Hugo Chávez ordenó el repliegue tras una expresión política tan categórica como un alzamiento militar. Por otro lado, la expresión de reclamo de la sociedad más allá de lo votado el 28 de julio puede crecer cuantitativa y cualitativamente: El mantenimiento del statu quo será muy difícil incluso para sectores materialmente interesados en la estabilidad. Ideas como la de un frente social a favor de la democracia que trascienda lo ideológico electoral, como ha planteado Enrique Márquez, cobrarán mayor vigencia.

¿Se está produciendo, ahora sí, el famoso «quiebre» de la coalición roja como aseguran algunos analistas o, por el contrario, la trinchera de Maduro con el control de todos los poderes y la FANB sigue intacta?

En efecto, todos los poderes del Estado parecen ser plenamente copartícipes en las decisiones tomadas por la cúpula en la noche del 28 de julio frente a la adversa expresión ciudadana. Esto es tanto más notable, puesto que compromete a poderes que no estaban afectados por la decisión del electorado; recordemos a distribución de los poderes del Estado.

Voces responsables han denunciado presiones contra sectores diversos de la administración pública, y a partir de esto cabe hacer conjeturas sobre la confiabilidad de los reformistas ante sectores sociales vinculados o por vincularse al poder político existente, dada la promesa de aperturas y transformaciones hecha en campaña por el presidente Maduro. Los sectores más ortodoxos, por otro lado, pueden dar al traste con las limitadas ventanas de oportunidad que anunciaron los reformistas, a costa de la efectividad limitada de la gestión y la confianza interna dentro del movimiento.

Alguien, internamente, debe estar pagando el costo del error del cálculo de este proceso, aún si termina prevaleciendo políticamente el statu quo. Esto haría aparente la precariedad de algunos equilibrios, y es por eso que incluso actores orgánicos desde el Ejecutivo han llamado, a su modo, a la reflexión interna.

¿Qué ha pasado con la negociación entre delegados de la Plataforma Unitaria y Nicolás Maduro?

Sí, hay procesos discretos, así como los previos entre la Plataforma Unitaria y el Partido Socialista en Noruega, México y Barbados, hay que dejar que sigan su curso y permitirles la mayor oportunidad. Creo que es deseable que se asuma también el cambio político dentro de la propia Plataforma, que pese a todos los pronósticos en contrario, ha mantenido una gran unidad de criterio.

Es también deseable que existan negociaciones partiendo de la realidad de la expresión social, y no su desestimación. Lo que ocurrió el 28 de julio fue extraordinario.

El presidente de Colombia, Gustavo Petro habló de repetir las elecciones, lo mismo han asomado algunos dirigentes políticos. Una idea que Machado ha descartado. ¿Cómo lo valora usted?

Hasta ahora, ni el presidente Petro ni la diplomacia colombiana han insistido en público sobre esta hipótesis. A veces se lanzan al ruedo soluciones imaginativas para ver si tienen tracción en la opinión y en actores relevantes. La idea ha sido descartada por el liderazgo de oposición, basado en lo que, insisto, se trata de la única expresión verificable de la sociedad.

Pero también ha sido descartada por voceros del Gobierno porque para repetir las elecciones de modo que sean satisfactorias para su propósito, solo puede profundizar las asimetrías políticas entonces planteadas, como ha hecho desde el 29 de julio, lo cual haría que se perdiese cualquier potencial carácter legitimador y arbitrador de un nuevo proceso, haciéndolo de imposible adhesión para cualquier otra fuerza; si, al contrario, tuviese que retomar o mejorar estas condiciones, posiblemente empeoraría su resultado.

Edmundo González Urrutia ganó la elección con más de 7 millones de votos, asegura el Comando Con Venezuela, usted dijo esta mañana que el exembajador debe dar la cara ante sus electores y no ponerse en riesgo, ¿podría ampliar este punto?

Dije, y lo reitero, que el embajador González Urrutia sí ha dado la cara, con todas las precauciones del caso. Se han lanzado en su contra, una serie de medidas coercitivas que, dados los hechos, son creíbles. El embajador González Urrutia no es solo él mismo, sino que es el beneficiario de la manifestación electoral verificable de millones de conciudadanos, y como tal ha de cuidarse.

Se dirige casi diariamente a todos los venezolanos, reiterando su mensaje de cambio en paz, denunciando la represión, y abordando consistentemente cómo la dilación en el cambio político empeorará la vida real de los venezolanos. Creo que los ciudadanos que expresaron su confianza en ese mensaje pueden estar satisfechos con su conducta.