Alberto News – Caracas, 11 de Octubre del 2025. Desde el exilio, el presidente electo de Venezuela habla de reconstrucción, reconciliación y del desafío de gobernar un país en crisis. Una mañana luminosa y una llamada inesperada. Es media mañana y el sol entra por las ventanas de una casa acojedora, llena de serenidad. En la sala, Edmundo González Urrutia, presidente electo de Venezuela, conversa pausadamente sobre la esperanza y el retorno a la democracia. A su lado, Mercedes, su esposa, irradia amabilidad y calidez: ofrece una bandeja con café recién hecho y unos pastelitos que perfuman la estancia. Hay en ellos una hospitalidad sencilla, profundamente venezolana, que hace sentir al visitante como en casa.
La conversación fluye serena, sin estridencias. Hablamos de futuro, de reconciliación, del desafío de gobernar un país fracturado y exiliado de sí mismo.De pronto, suena el teléfono. Nos llega la noticia:
María Corina Machado ha ganado el Premio Nobel de la Paz. Edmundo González se queda inmóvil unos segundos, asimilando lo que acaba de escuchar.
Luego toma el teléfono y la llama. Una voz emocionada estalla al otro lado de la línea: es la alegría de María Corina, que acaba de recibir la confirmación del galardón.El rostro de González cambia.
Se levanta, abraza a Mercedes y luego a mí. Es un gesto espontáneo, profundo, que resume años de lucha y esperanza contenida. “Venezuela quiere paz —dice con voz firme—, y el mundo entero hoy lo reconoce.”
Con emoción visible, añade:“Maduro y su mafia tienen una última oportunidad para irse en paz. Eso es lo que los venezolanos queremos, y eso es lo que grita el mundo entero con este reconocimiento a María Corina.
Démosle todos una última oportunidad a la paz. Yo le digo al régimen: váyanse ahora, denle un último chance a la paz».
El ambiente se llena de una alegría contenida, casi solemne. Después de unos segundos de silencio, el presidente electo vuelve a su asiento y, con la serenidad de quien carga sobre sí una responsabilidad histórica, retoma la conversación.
El hombre que simboliza el retorno democráticoEn un país marcado por la incertidumbre y el éxodo, Edmundo González Urrutia se ha convertido en la figura que encarna la posibilidad del retorno a la democracia.
Con más de ocho millones de votos, el diplomático de carrera y presidente electo de Venezuela representa para amplios sectores de la población la esperanza de una transición pacífica después de años de crisis económica, represión política y fractura social.
Desde el exilio, González se mueve con la cautela de quien conoce las complejidades del poder y la urgencia de un país en ruinas. Mientras el régimen de Nicolás Maduro se aferra al control institucional, crece la presión internacional: el Parlamento Europeo ha pedido incluir al Cartel de los Soles en la lista de organizaciones terroristas, y Estados Unidos advierte que “usará todo su poder” contra el narcotráfico que opera desde territorio venezolano.
En este escenario de tensiones y esperanza, González aparece como la calma que se convierte en fuerza, un hombre que habla más con la serenidad que con el discurso.
“El cambio no es un sueño —dice—, es una misión que ya tiene rostro y voluntad.”—Presidente, mientras conversábamos esta mañana sobre la esperanza y el retorno a la democracia, usted recibió la llamada de María Corina Machado para darle la noticia de que había sido galardonada con el Premio Nobel de la Paz. ¿Qué representa para usted y para Venezuela este reconocimiento?
—Qué te puedo decir. Es un merecidísimo reconocimiento a la larga lucha de María Corina, una voz firme y valiente. Su reconocimiento internacional reafirma que la causa venezolana es justa y universal. En ella se premia la perseverancia,el coraje civil, la fe en la democracia.
Cuando María Corina me dio la noticia, sentí que no solo se premiaba a una persona, sino a la valentía de un pueblo que no se ha rendido. Ese Nobel de la Paz pertenece también a cada venezolano que ha resistido con dignidad: a los que marcharon, a los que emigraron, a los que siguen luchando dentro del país por una Venezuela libre.