BBC – EEUU, 10 de Agosto del 2023. La violencia era un tema en la agenda electoral en Ecuador, pero el asesinato este miércoles del candidato Fernando Villavicencio marca un punto de inflexión y ahora tiñe toda la campaña presidencial hacia las elecciones del próximo 20 de agosto.
Villavicencio fue asesinado a tiros tras un mitin en Quito justo antes de meterse en su camioneta.
De todos los escenarios electorales posibles que pronosticaban los analistas, este no aparecía en las quinielas, a pesar del crecimiento exponencial de la violencia o del discurso del propio Villavicencio, que aseguraba que el país se había convertido en un “narcoestado” y decía públicamente haber recibido amenazas de muerte de “grupos criminales”.
“La frontalidad de Villavicencio pisaba los callos de muchos implicados con el crimen organizado y sus grandes negociados a través del Estado”, sostiene en diálogo con BBC Mundo Luis Córdova, director del programa de Investigación, Orden, Conflicto y Violencia de la Universidad Central de Ecuador.
A su juicio, tiene una secuencia lógica en la escalada de la violencia. Si en 2021 la tasa de homicidios fue de 13 por cada 100.000 habitantes, en 2022 subió a 22,6 y por la tendencia que lleva el país se espera que en 2023 alcance los 40 por cada 100.000 habitantes.
Aunque el del miércoles no es un homicidio cualquiera, claro. Viene con mensaje.
“Este asesinato es un mensaje político de lo irregular, del miedo”, dice Pedro Donoso, analista político y director general de la consultora Icare Inteligencia Comunicacional.
Y para Córdova muestra “no solo la influencia del narcotráfico, sino de las economías criminales, mucho más diversas en el país”.
Pero aunque este mensaje ahora se ha escuchado alto y claro, no es la primera vez que suena.
“Los criminales no operan solos”
El de Villavicencio es el último de una serie de ataques contra políticos del país que, cuenta Donoso, empezaron en 2020 con el asesinato de Patricio Mendoza, candidato en las elecciones legislativas del año siguiente.
2023 está siendo más cruento. En mayo atacaron a Luis Chonillo, alcalde de Durán. Y hace solo unas semanas asesinaron a Agustín Intriago, alcalde de Manta, el político mejor valorado del país y, según los analistas, con una proyección política a futuro.
El alcalde Agustín Intriago fue asesinado en julio.
“Con el primer asesinato (de Mendoza) recuerdo pensar que el país se nos iba de las manos. Decíamos que nos íbamos a convertir en Venezuela y esto ya no entra, porque ya somos la Colombia de los 80 y los 90”, remarca Donoso.
El experto hace referencia al recurrente mensaje de miedo de algunos sectores políticos de que Ecuador podía a terminar en una crisis tan profunda como la que vive Venezuela desde hace años, algo que se ha repetido en campañas electorales de muchos otros países.
En cambio, según Donoso, la violencia actual se asemeja a grandes rasgos a la que vivió Colombia por el narco hace 40 años.
El país ahondó en la escalada violenta el 23 de julio pasado, cuando Intriago fue asesinado a tiros.
“No le dimos la importancia política que se merece al asesinato del alcalde de Manta. Es el asesinato de un representante del Estado. Eso nos debió haber dicho que habíamos perdido cualquier nivel, los papeles”.
Son los ecos más sonoros de un problema que se extiende por todo el país, con principal resonancia en la costa y un fuerte foco en Guayaquil, el principal puerto y con tentáculos en varias escalas.
“Los criminales no operan solos, lo hacen con la connivencia de los agentes de seguridad a todo nivel”, acusa Luis Córdova.
Para este analista experto en seguridad, el asesinato de Villavicencio es “producto de la torpe y necia guerra contra las drogas, en la que se sigue militarizando la seguridad pública, se tolera la infiltración del narco en las Fuerzas de seguridad del Estados, jueces, fiscales…”.
Los factores del narco
La creciente importancia de bandas criminales asociadas al narcotráfico en Ecuador se debe a varios factores.
Uno es el cambio en la “geopolítica de la cocaína” tras los acuerdos de paz de Colombia en 2016 que, junto a la falta de política conjunta con Ecuador en este aspecto, “hace que la guerrilla y las FARC penetren en Ecuador”, dice Córdova.
EPA
El narcotráfico ha estado detrás de la violencia que ha escalado en Ecuador durante los últimos años.
Para el analista otro factor es la degradación institucional y policial, “la degradación del poder, la instrumentalización de las fuerzas de seguridad del Estado y que esto facilitó las redes de extorsión para privilegiar ciertas organizaciones del narcotráfico a cambio de información”.
Entre 2013 y 2017 cobró fuerza una banda conocida como Los Choneros, pero el asesinato de su líder, Jorge Luis Zambrano González, alias “Rasquiña”, hizo que hubiera una atomización de las bandas criminales, lo que influyó en la expansión de la violencia.
“Otra de las razones es la política de desinversión y desmantelamiento del Estado, donde se reduce el presupuesto para las cárceles, por ejemplo, y esto aumenta la violencia”, remarca Córdova.
“Estamos en un ecosistema homicida que facilita esta escalada de violencia criminal. No puede haber convivencia pacífica en la sociedad si no se usan recursos del Estados para la inclusión”.
Y por último, señala que actualmente hay “una absurda fórmula en la guerra contra las drogas y estas bandas, pero no se cortan los flujos de dinero sucio que mueve el narco. Y si no se corta esto, no se resuelve nada”.