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The New York Times: Nicolás Maduro ofreció petróleo y otros recursos a EE.UU. para evitar un conflicto

Con la esperanza de poner fin al enfrentamiento de su país con Estados Unidos, varios funcionarios venezolanos le ofrecieron al gobierno de Donald Trump una participación dominante en el petróleo y otras riquezas minerales de Venezuela a través de conversaciones que duraron meses, según varias personas cercanas a las discusiones.

Por The New York Times

Esa oferta de gran alcance permaneció sobre la mesa mientras el gobierno de Trump calificaba al gobierno del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, de “cártel narcoterrorista”; reunía buques de guerra en el Caribe, y empezaba a hacer estallar embarcaciones que, según funcionarios estadounidenses, transportaban drogas desde Venezuela.

En virtud de un acuerdo discutido entre un funcionario estadounidense de alto rango y los principales ayudantes de Maduro, el líder autocrático de Venezuela ofreció abrir todos los proyectos petrolíferos y auríferos existentes y futuros a empresas estadounidenses, conceder contratos preferenciales a empresas estadounidenses, invertir el flujo de exportaciones de petróleo venezolano de China a Estados Unidos y reducir drásticamente los contratos energéticos y mineros de su país con empresas chinas, iraníes y rusas.

El gobierno de Trump acabó rechazando las concesiones económicas de Maduro y suspendió la diplomacia con Venezuela la semana pasada. Esta medida acabó con el acuerdo, al menos por ahora, dijeron personas cercanas a las conversaciones.

Aunque Estados Unidos ha estado atacando lo que denomina embarcaciones que transportan drogas, el corte de la diplomacia, la concentración militar cerca de Venezuela y las amenazas cada vez más estridentes contra Maduro por parte de funcionarios del gobierno de Trump han llevado a muchos en ambos países a pensar que el verdadero objetivo del gobierno de Trump es la destitución de Maduro.

Marco Rubio, secretario de Estado y asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, ha sido la voz principal en la presión del gobierno para derrocar a Maduro. Ha calificado a Maduro de líder ilegítimo quien es un “fugitivo de la justicia estadounidense” y se ha mostrado escéptico ante el enfoque diplomático llevado a cabo por un enviado especial estadounidense, Richard Grenell.

Los partidarios de la diplomacia reconocen que el enfoque de línea dura de Rubio ha prevalecido por ahora. Pero creen que los esfuerzos diplomáticos podrían acabar dando frutos, y señalaron los repentinos reveses de Trump en otras cuestiones importantes de política exterior, como la guerra de Ucrania, el comercio con China o el programa nuclear iraní.

Este artículo se basa en entrevistas con más de una decena de representantes estadounidenses y venezolanos de facciones dispares que abogan por la diplomacia con Maduro. Describieron sus conversaciones bajo condición de anonimato porque no estaban autorizados a hablar públicamente.

Públicamente, el gobierno venezolano ha respondido a la escalada militar de Trump con una actitud desafiante y promesas de defender lo que denomina una revolución socialista iniciada en la década de 1990 por el difunto predecesor y mentor de Maduro, Hugo Chávez. Al mismo tiempo, Maduro ha dicho que sigue abierto a las negociaciones y su gobierno continúa aceptando vuelos de deportación procedentes de Estados Unidos.

Sin embargo, tras bastidores, algunos funcionarios venezolanos de alto rango, con la bendición de Maduro, le ofrecieron a Washington concesiones de gran alcance que, en esencia, eliminarían los vestigios del nacionalismo de recursos que constituye el núcleo del movimiento de Chávez.

Aunque Grenell y los funcionarios venezolanos avanzaron en cuestiones económicas, no lograron ponerse de acuerdo sobre el futuro político de Maduro, según personas próximas a las negociaciones. El ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, Yván Gil, dijo en una entrevista el mes pasado que Maduro no negociaría su salida.

Maduro ha reprimido repetidamente los desafíos democráticos a su gobierno tras asumir la presidencia en 2013. El año pasado se aferró al poder después de perder unas elecciones presidenciales amañando los resultados y reprimiendo brutalmente las protestas.

Grenell declinó hacer comentarios para este artículo. El Departamento de Estado, la Casa Blanca y el gobierno de Venezuela no respondieron a las solicitudes de comentarios.

En Washington, los funcionarios estadounidenses ofrecen distintas valoraciones de las conversaciones. Un funcionario estadounidense dijo que los informes sobre las negociaciones sobre el levantamiento de las sanciones y el acceso al mercado venezolano “no eran una evaluación exacta de lo que ocurrió”.

Sin embargo, otros funcionarios estadounidenses dijeron que funcionarios estadounidenses y venezolanos mantuvieron repetidas conversaciones sobre cómo sería la normalización económica, incluido el acceso de empresas estadounidenses a los mercados energéticos venezolanos y el levantamiento de las sanciones estadounidenses.

Mientras Grenell y los enviados de Maduro negociaban un acuerdo, la líder del principal movimiento de oposición de Venezuela, María Corina Machado, presentó su propia propuesta económica en Washington.

Machado argumentó que a las empresas estadounidenses en Venezuela les esperaba una riqueza económica aún mayor —1,7 billones de dólares en 15 años— si su movimiento lideraba una transición política.

Su asesora económica, Sary Levy, dijo que la bonanza inversora ofrecida por Maduro nunca se materializaría sin democracia, Estado de derecho y libertades individuales.

“Lo que Maduro ofrece a los inversores no es estabilidad, es control, un control mantenido mediante el terror”, dijo Levy. “El gobierno de Trump ha mostrado una clara intención de no caer en estas ofertas de soluciones fáciles”.

Venezuela produce actualmente alrededor de un millón de barriles de petróleo al día, frente a los cerca de tres millones que producía cuando Chávez asumió el poder. La mayor parte de las exportaciones de petróleo de Venezuela se destinan a China, excepto unos 100.000 barriles diarios que el gigante energético estadounidense Chevron le vende a Estados Unidos. La mayoría de los expertos coinciden en que Venezuela podría aumentar rápidamente la producción de petróleo con una importante inyección de capital extranjero, aunque difieren sobre si esto es factible bajo el gobierno actual.

“Nuestro mensaje a las compañías petroleras es: las queremos aquí, desde luego”, les dijo Machado a los representantes de las empresas estadounidenses en junio. “Las queremos aquí no produciendo migajas de un par de cientos de miles de barriles diarios. Las queremos aquí produciendo millones de barriles diarios”.

Machado declinó hacer comentarios para este artículo.

En el pasado, Estados Unidos enmarcó su apoyo a un nuevo gobierno en Venezuela como un imperativo de los derechos humanos. En cambio, los puntos económicos discutidos por los enviados de Maduro con Grenell se hacían eco de una visión mercantilista del mundo que Trump ha promovido en otros lugares.

Trump ha exigido acceso a los minerales ucranianos como pago por el apoyo estadounidense al esfuerzo bélico de Kiev. Con frecuencia se ha lamentado de que Estados Unidos no obtuviera petróleo iraquí tras la invasión de 2003. Aceptó mantener soldados estadounidenses en Siria en 2019 a condición de que Estados Unidos “se quedara con el petróleo”.

El acuerdo discutido entre Grenell y los funcionarios venezolanos fue particularmente amplio, y representaba posiblemente el intento más ambicioso de diplomacia de recursos durante el segundo mandato del presidente.

Normalizar el comercio y permitir que las empresas estadounidenses vuelvan a entrar en Venezuela podría resultar tentador para algunos funcionarios estadounidenses debido a las reservas de petróleo del país, las mayores del mundo, así como a los importantes yacimientos de gas natural, oro, hierro, bauxita y coltán, una mezcla mineral utilizada en baterías eléctricas.

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