Cientos de migrantes perdieron la vida en las peligrosas rutas que atraviesan esta región de Panamá que hace frontera con Colombia, que tan solo entre 2022 y 2024 casi un millón de hombres, mujeres y niños cruzaron a pie en su intento por llegar a Estados Unidos.
Por BBC MUNDO
Autoridades y grupos humanitarios afirman que es difícil calcular el número de vidas que quedaron en el camino: algunos cuerpos han sido recuperados, pero muchos de los fallecidos fueron enterrados en la selva por los propios migrantes y otros quedaron abandonados a la intemperie.
«Muchos… casi todos con los que pude hablar, reportaban que habían visto muchos cuerpos de migrantes fallecidos a lo largo del tránsito en la selva», asegura Edwin Viales, monitor regional para las Américas del Proyecto Migrantes Desaparecidos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de la ONU.
«Un migrante venezolano contó que había intentado ayudar a una mujer africana en la selva. Pero él, al venir con familia y otros miembros de su grupo, no podía quedarse a atenderla. Y la mujer africana falleció ahí en la selva. Tristemente es una de las dinámicas comunes. Muchos relatos convergen en la pérdida de compañeros de viaje», explica Viales.
Los cambios en la política migratoria de EE.UU. y otros países de América Latina, incluido Panamá, han llevado a que el flujo de migrantes por el Darién se reduzca drásticamente. Ahora queda la labor a las autoridades de identificar a las víctimas que sí pudieron ser recuperadas.
Uno de quienes están liderando esta labor humanitaria es el doctor José Vicente Pachar, quien como director del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses (IMELCF) de Panamá busca darles nombre y apellido a los restos de al menos 220 migrantes que murieron la selva.
«Muchas familias de migrantes ni siquiera saben que los cuerpos quedaron en el Darién, simplemente perdieron contacto. Personas de Venezuela, de Ecuador, de otros países de América. Inclusive personas de África y de Asia», dice Pachar.
«Nosotros, al hacer análisis forense, siempre pensamos que se trata de un hermano, un hijo, un tío de alguien al que están esperando en su casa».
Con apoyo de expertos forenses y del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), en Panamá están trabajando en un esquema para identificar cada resto en un trabajo que requerirá de meses, pero que podría darles noticias a familias que simplemente no supieron más de un ser querido que trató de cruzar el Darién en busca de una vida mejor.
Peligro extremo
La densidad y orografía de la selva en el Parque Nacional del Darién, en la frontera entre Panamá y Colombia, ha hecho que históricamente haya sido inviable abrir una carretera entre los dos países. La Panamericana, que cruza el continente de norte a sur, se corta en este «tapón» natural.
Es por ello que los migrantes que buscan llegar por tierra desde Sudamérica a Estados Unidos se vean obligados a tomar rutas ribereñas en las que los peligros son extremos.
Muchos parten de poblaciones colombianas como Necoclí, Turbo, Acandí o Capurganá y se internan por caminos de tierra y barro, en condiciones de alta humedad y rodeados de vegetación y fauna salvaje.
Dependiendo de la ruta, el objetivo es alcanzar poblaciones panameñas como Bajo Chiquito, Canaan Membrillo o Chocolatal, y de ahí avanzar por tierra o a través de los ríos hasta las localidades o refugios migratorios de la carretera Panamericana.
Viales y el equipo de la OIM estuvieron en el Darién durante los momentos álgidos de la crisis migratoria y pudieron conocer de primera mano las condiciones letales que los migrantes enfrentaban en esa región.
«La travesía por el Darién toma de 10 a 12 días. Y algo que pude notar es que los coyotes o traficantes de personas promocionan este viaje como uno de tres días por la selva, caminando, y eso ha causado muchos fallecimientos de personas que no están preparadas para caminar 10 días por la selva», explica.
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